Imagina ser parte de una banda emblemática, una de las que deja huella. Viviendo una vida de leyenda hasta que, de repente, uno de tus compañeros clave ya no está.

Texto por:   @Sean  | Fecha: 05/05/2024

Imagina que eres parte de una de esas bandas emblemáticas, de aquellas que dejan huella. Estás viviendo la vida como leyenda, cuando, de repente, uno de tus compañeros y miembro clave de la banda, pues… más que dejar de vivir la vida como leyenda, digamos que ya no está viviendo en general.

 

Después de recordar todos los buenos momentos, dejar atrás cualquier tipo de rencor que le estuviste guardando durante años y rendirle su merecido homenaje, llegó el momento de la verdad: ¿Qué hará tu banda ahora? ¿Habrá llegado el momento de decir adiós? ¿Continuarán con un reemplazo, como si nada hubiera pasado?

 

En la historia de la música hay muchos, muchos ejemplos de músicos que mueren repentinamente, ya sea por causas naturales inesperadas, algún accidente desafortunado o la ya tradicional sobredosis (las drogas matan, amigas y amigos).

 

Pongamos ejemplos. Recordarán que hace algunos años, en 2022, se nos adelantó el legendario Marciano Cantero, líder de Enanitos Verdes. Mi lógica decía que la banda no podría continuar, porque, ¿qué es Enanitos sin su icónico líder? Pues vaya que quedé sorprendido cuando vi que estuvieron en el Pa’l Norte de este año, con Felipe Staiti, guitarrista fundador del grupo, sustituyendo a Marciano. Honestamente, creo que esta era la jugada lógica. Enanitos Verdes es tanto de él como lo era de Marciano, pues ha estado ahí desde su inicio hace casi cincuenta años.

 

Otro caso que me agarró en curva fue el de La Maldita Vecindad. Hace aproximadamente tres años, en 2021, el buen Eulalio Cervantes “Sax” se nos adelantó y, al ser parte indispensable del sonido de La Maldita, supuse que ya los habíamos visto montar su último baile de máscaras. Si no me creen, escuchen Morenaza, Un Gran Circo o, claro que sí, Pachuco, e intenten imaginarlas sin saxofón. Así es, nomás no funciona. En fin, el Café Iguana todavía ni tenía listo su tributo para cuando La Maldita ya estaba dando conciertos como si nada hubiera pasado.

 

Esto no pasa solamente en Latinoamérica. ¿Qué podemos decir del caso de Charlie Watts? El histórico baterista de The Rolling Stones, considerado ampliamente como la base y la columna vertebral del grupo, desgraciadamente también murió en 2021 (maldigo ese maldito año). Considerando que sus miembros ya son “de edad avanzada”, por decirlo de cierta forma, desde varios años antes el buen Charlie ya había seleccionado a Steve Jordan como su reemplazo en caso de que fuera necesario. Afortunadamente, los demás miembros de “los Rolling” cumplieron sus deseos y Jordan ha sido su baterista desde que Charlie no pudo tocar más en vivo.

 

Pero también tenemos ejemplos de casos donde ocurre lo contrario, por ejemplo, el de Led Zeppelin, en el cual la muerte de John Bonham los llevó a separarse, pues sus “grooves” eran clave en el sonido poderoso de la banda. También está el caso de Nirvana, que, tras la muerte de Kurt Cobain, decidieron separarse, ora sí que por obvias razones. Lo bueno es que Dave Grohl logró alcanzar el éxito con sus Foo Fighters y Krist Novoselic se mantuvo ocupado tocando el acordeón con Duff McKagan y pareciéndose a Vicente Fox. Cada uno viviendo su mundo ideal, al parecer.

 

No puedo negar que es difícil tomar una decisión de este tipo. Si bien una muerte es un evento desconcertante para los demás miembros del grupo, pues generalmente hay lazos muy estrechos entre todos los integrantes, tampoco se les puede culpar por decidir continuar como si nada hubiera pasado, eso sin hablar de todos los compromisos y contratos que legalmente tienen que cumplir, quieran o no. ¿Por qué el hecho de que alguien ya no exista les prohibiría seguir tocando juntos? Ahí tenemos el caso de Linkin Park. Es imposible reemplazar al tremendo Chester Bennington, y las circunstancias de su muerte lo hacen aún más complicado, pero ¿los demás miembros de Linkin Park tienen prohibido seguir tocando juntos? No lo sé.

 

Para cerrar diré que, para mí, la solución óptima es aplicar la de Joy Division. En algún momento de su corta carrera, los cuatro miembros de la banda acordaron que, en el momento en el que alguno decidiera dejar el grupo, el resto buscaría un nuevo nombre. Lamentablemente, Ian Curtis se quitó la vida en 1980 (probablemente no esperaban que alguien dejara el grupo de esa forma), llevando a Bernard Sumner, a Peter Hook y a Stephen Morris a cambiar su nombre de Joy Division a New Order. El legado de la banda original quedó intacto, tal y como lo dejó Curtis, mientras que los demás pudieron continuar juntos y hacer otra gran banda con otro gran legado. ¿Qué mejor final que ese?

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