Brian hablaba de surf, autos y chicas; Sly, de amor, paz e inclusión. Ambos capturaron el espíritu californiano de los 60.

Texto por: @AvanzadaMx | Fecha: 17/06/2025
Desde los 60s se nos han estado yendo las estrellas de los 60s, pero estamos entrando al rango de tiempo en el que es estadísticamente probable que veamos este tipo de noticias con mayor frecuencia. A pesar de eso, no deja de sorprenderme que Sly Stone, uno de los creadores del funk y, por lo mismo, una de sus leyendas, se nos haya adelantado este pasado 9 de junio y que Brian Wilson, genio creativo de The Beach Boys y leyenda de la música rock y pop en general, lo haya hecho solamente dos días después, ambos a los 82 años. Tan similares y tan distintos, ambos son piezas clave para entender la evolución de la música pop.
Sus vidas tempranas fueron muy diferentes. Nacido en Texas, pero criado en California, Sly pertenecía a una familia de clase media muy religiosa, en la cual se promovía la expresión artística. Brian, por otro lado, era parte de la típica familia californiana de esa época, de esas que se toman fotos en familia, que hacen BBQs en la playa y que tienen padres estrictos y abusivos. Brian hasta era el Quarterback del equipo de su “High School”, aunque desde niño ya mostraba interés por la música.
Durante los 60s, ambos formaron bandas con miembros de su familia. Sly and the Family Stone, la de Sly, obviamente, incluía también a su hermana Rose y a su hermano Freddie, junto a Cynthia Robinson, Larry Graham, Jerry Martini y Greg Errico, músicos locales. The Beach Boys, la de Brian, incluía a sus hermanos Carl y Dennis, a su primo, el inolvidable y nefasto Mike Love, y a su amigo y compañero de escuela Al Jardine.
Tanto Brian como Sly iniciaron haciendo música muy alegre y optimista, el primero con canciones que hablaban casi exclusivamente del surf, los carros y las chicas, muy a tono con lo que estaba de moda a inicios de los 60s, mientras que el segundo tocaba temas sobre el amor, la paz, el amor y paz y la inclusión, muy a tono con lo que estaba sucediendo en California durante el verano del amor en 1967. Si bien inicialmente no lograron llamar la atención, con el paso del tiempo el público se dio cuenta de su calidad, logrando llegar a la cima de las listas de Billboard en varias ocasiones.
Posterior a su éxito inicial, sus carreras tuvieron un punto de quiebre. En el caso de Brian, este ocurrió cuando empezó a sentirse atrapado por las temáticas de sus canciones y, con su talento innato y con el impulso que le generó una amistosa rivalidad con The Beatles, buscó crear música más elegante y compleja, con temáticas como la inocencia y la nostalgia, entre otras. Esto culminó con el lanzamiento del álbum Pet Sounds en 1966 y del sencillo Good Vibrations poco tiempo después, que son considerados entre los mejores álbumes y canciones de la historia, respectivamente.
Por otro lado, Sly Stone, que por alguna razón estaba bajo presión de los Panteras Negras para que sus canciones tuvieran un giro más político (y para que sustituyera a Martini y a Errico, blancos, por instrumentalistas negros), lanzó There’s a Riot Goin’ On en 1971, con un sonido más oscuro que el de sus anteriores lanzamientos, y con una temática que, efectivamente, giraba alrededor de temas políticos. Hasta el nombre del álbum era una respuesta al clásico político de Marvin Gaye de ese mismo año, What’s Going On.
Fue en este momento en el que ambos llegaron a la cúspide de sus carreras. Sin embargo, no todo puede durar para siempre. Brian Wilson buscó llegar aún más lejos e intentó hacer el “álbum de pop perfecto”, Smile, con fecha tentativa de salida en 1967. La presión por alcanzar lo que había trazado en su mente y el uso de sustancias (y, aunque es solo un rumor, el escuchar Strawberry Fields Forever en el radio), le causaron una fuerte crisis nerviosa, tras la cual tuvo que alejarse de los estudios de grabación por unos años.
Sly Stone, por otro lado, se dejó llevar por los excesos de la fama. Las fiestas, el dinero y una cantidad increíble de estupefacientes afectaron su desempeño en vivo, creando roces entre los miembros de la banda y llevando a su lenta separación. Para 1974, cuando Sly se casó durante uno de sus conciertos en el Madison Square Garden frente a miles de fanáticos, Sly and the Family Stone existía solamente en nombre, pues en el estudio era solamente Sly tocando todos los instrumentos. Su música se hacía cada vez más irrelevante.
Las décadas posteriores a su auge tuvieron cosas en común, pero terminaron de forma diferente. En el caso de Brian, este pasó por problemas mentales y adicciones, con regresos esporádicos a la música, e incluyó una etapa en la que todos los aspectos de su vida eran controlados por Eugene Landy, su psicólogo. Logró recuperarse tras una intervención de sus más cercanos, aunque no al cien por ciento, y, entre giras como solista, por fin terminó de grabar Smile, el cual fue lanzado en 2004, 37 años después de su fecha de lanzamiento tentativa. Actualmente es de los álbumes mejor calificados de la historia según Metacritic, pues obtuvo una gran aprobación de la crítica, y con sus giras como solista, logró recuperar algo de la relevancia de su pasado.
Por otro lado, Sly Stone fue cayendo en la irrelevancia y sus apariciones públicas fueron esporádicas. Se divorció en 1976, durante los 80s dio algunos conciertos, pero la mayor parte del tiempo salía en las noticias por haber sido arrestado por posesión de drogas. En los 90s solo apareció en público para su ingreso al Salón de la Fama del Rock and Roll. Por ahí del 2011 se decía que estaba viviendo en su camioneta, sin acceso a su propio dinero de regalías. Más adelante participó en varios eventos junto a la Family Stone y lanzó un álbum más como solista, pero no recibió buenas críticas. Afortunadamente, para inicios de esta década logró superar sus adicciones y pudo recuperar la relación que perdió con sus hijos por sus años de excesos. Se puede decir que, hasta cierto punto, su historia tuvo un final feliz.
Por azares del destino, los dos murieron a la misma edad en el mismo mes, junio de 2025, con solamente dos días de diferencia. Se nos fueron dos grandes leyendas con vidas similares, aunque en contextos diferentes y, a pesar de todo, sus lugares como leyendas de la música está asegurado, sin importar los altibajos que tuvieron sus vidas tanto personales como profesionales. Su legado es inigualable, y vaya, vaya que los extrañaremos.