Para Waters, Pink Floyd era más que un estilo o una atmósfera: era una plataforma para explorar conceptos, emociones y críticas sociales.

Texto por: @AvanzadaMx | Fecha: 21/04/2025
Pink Floyd no solo es una de las bandas más influyentes del rock progresivo, también es una de las más conflictivas a nivel interno. Detrás de discos que marcaron generaciones como The Dark Side of the Moon o Wish You Were Here, hay décadas de tensiones creativas y personales, sobre todo entre sus dos figuras clave: Roger Waters y David Gilmour.
Waters, bajista, letrista y cerebro de gran parte de la discografía más aclamada de la banda, nunca ha tenido pelos en la lengua al hablar de lo que no le gusta incluyendo, sorprendentemente, parte del propio catálogo de Pink Floyd. A lo largo de los años, ha confesado su desprecio por algunos discos del grupo, ya sea por su sonido, su origen o por representar etapas con las que simplemente no conecta. Estos son los tres álbumes de Pink Floyd que Roger Waters odia… y no teme decirlo.
- THE PIPER AT THE GATES OF DAWN (1967)
“Éramos inútiles. No sabíamos tocar. Fue todo estúpido y experimental.”
Puede resultar chocante que Waters deteste el debut de la banda, el único liderado completamente por Syd Barrett. Pero si bien este álbum es venerado como una joya del rock psicodélico, para Waters simboliza una época caótica y sin dirección. “No quiero volver a esos tiempos en absoluto”, dijo. Más allá del aura mítica de Barrett, Waters recuerda esa etapa como un experimento forzado: “No había nada ‘grandioso’ en eso. Éramos risibles”.
- A MOMENTARY LAPSE OF REASON (1987)
“Una falsificación hábil, pero superficial.”
Tras la salida oficial de Waters en 1985, David Gilmour tomó las riendas del grupo y lanzó este álbum con la marca Pink Floyd. Para Waters, sin embargo, se trató de un intento vacío por recrear el sonido clásico de la banda, sin alma ni propósito real. “Si no lo escuchas muy de cerca, suena como Pink Floyd”, dijo con sarcasmo. “Pero solo porque tiene a Dave Gilmour tocando la guitarra y la intención deliberada de sonar como la idea que todos tienen de un disco de Pink Floyd”.
- THE DIVISION BELL (1994)
“Es basura, principio a fin.”
Waters no solo odia The Division Bell, lo considera directamente un despropósito artístico. Mientras que en A Momentary Lapse of Reason al menos admitía algunos destellos de potencial, con este disco su veredicto es tajante: “Con todo respeto a la gente que compró ese álbum… es simplemente basura. En particular The Division Bell: es un sinsentido de principio a fin”.
MÁS ALLÁ DE LA MÚSICA: LA VISIÓN DE WATERS
Estas declaraciones no solo reflejan una rivalidad histórica, sino también una visión muy particular del arte. Para Waters, Pink Floyd era más que un estilo o una atmósfera: era una plataforma para explorar conceptos, emociones y críticas sociales. En su opinión, cualquier intento de replicar eso sin un trasfondo sólido es, en el mejor de los casos, un eco vacío.
Aún así, los discos que Waters desprecia siguen siendo parte esencial de la historia del rock y del legado de Pink Floyd. Y aunque el bajista preferiría que algunos quedaran en el olvido, el debate entre fans continúa: ¿qué es más importante, la intención artística o el resultado final?.