“Un Perfecto Desconocido” es una de esas rarezas cinematográficas que logra, a pesar de los desafíos inherentes al representar a una figura tan compleja como Dylan.

Texto por:   @AvanzadaMx  | Fecha: 31/01/2025

Por un momento, las dudas parecían inevitablemente sembradas. ¿Qué puede aportar Timothée Chalamet al icono de la música que es Bob Dylan? Sin embargo, el joven actor ha demostrado que no solo es capaz de encarnar al legendario cantante, sino que su interpretación en “Un Perfecto Desconocido” (A Complete Unknown) nos ofrece una visión fresca, electrificada y cautivadora de uno de los artistas más enigmáticos de la historia de la música.

 

 

Basada en el libro Dylan Goes Electric! Newport, Seeger, Dylan, and the Night That Split the Sixties de Elijah Wald, la película dirigida por James Mangold se adentra en los primeros años de Dylan, desde su llegada a Greenwich Village en 1961 hasta su controvertida actuación en el Newport Folk Festival de 1965, cuando el joven trovador decidió electrificar su música y dar un giro radical al folclore estadounidense. Este cambio, visto como una traición por muchos de sus seguidores, marcó el comienzo de su transición hacia el rock’n’roll.

 

La historia retrata a Dylan como una figura ambigua, más cercana a un ser incomprendido que a un ícono definitivo. Interpretado por Chalamet, este Dylan es carismático, pero también arrogante y perdido en la búsqueda de su propia identidad. La película muestra un joven atrapado entre el fervor de la música folk y la inminente necesidad de romper con las expectativas del género, representando a un artista dispuesto a sacrificarse por su evolución. “¿Eres Dios?”, le preguntan a Dylan en una escena, y su respuesta es tan irónica como su carrera: “¿Cuántas veces más? Sí.”

 

Chalamet se sumerge en el personaje con una entrega impresionante. No solo imita la voz y los gestos de Dylan, sino que se adentra en la psicología de un hombre constantemente reinventándose. La representación de los conciertos, donde Chalamet interpreta canciones como Like a Rolling Stone y Blowin’ in the Wind, es electrizante. Su Dylan no solo canta; lo hace de manera única, imitando el característico tono áspero y la confusión existencial que definieron los primeros años del músico.

 

Uno de los aspectos más destacados de la película es la actuación de Edward Norton como Pete Seeger, el mentor de Dylan que representa la pureza del folk. A lo largo de la película, se muestra cómo la relación entre los dos va pasando de la admiración a la confrontación, con Seeger lamentando la decisión de Dylan de abandonar las raíces del género para abrazar el sonido eléctrico. Este conflicto refleja la lucha interna de Dylan, quien deseaba despojarse de las restricciones de la tradición y explorar nuevas posibilidades sonoras.

 

El filme también nos presenta a figuras emblemáticas como Joan Baez (interpretada por Monica Barbaro), quien compartió una relación con Dylan durante esos años, y Johnny Cash (Boyd Holbrook), cuya influencia en Dylan es palpable, especialmente en sus primeras incursiones en el sonido más eléctrico y rebelde.

 

Aunque la película se mantiene fiel en gran parte a los hechos históricos, hay licencias creativas que podrían desconcertar a los fanáticos más acérrimos. Por ejemplo, la famosa ovación de “¡Judas!” lanzada por el público en 1965 se traslada a Newport, cuando en realidad ocurrió en Manchester, durante el famoso concierto en el Royal Albert Hall. Sin embargo, este tipo de cambios no restan valor al impacto de la película, que se centra en capturar el espíritu de la época y la turbulenta relación de Dylan con su público y su música.

 

En términos visuales, “Un Perfecto Desconocido” (A Complete Unknown) es una joya cinematográfica. Mangold logra recrear con asombroso detalle la atmósfera de la Nueva York de los años 60, el Greenwich Village bohemio y las intensas actuaciones en vivo, sumergiéndonos en la emoción y la energía que definieron el momento histórico que Dylan marcó con su transformación musical.

 

En resumen, “Un Perfecto Desconocido” (A Complete Unknown) es una de esas rarezas cinematográficas que logra, a pesar de los desafíos inherentes al representar a una figura tan compleja como Dylan, ofrecer una mirada fresca y estimulante sobre su carrera. Timothée Chalamet, a pesar de las dudas iniciales, emerge como un Dylan convincente, a la vez heroico y vulnerado por su propia genialidad. Esta película es, sin duda, una adición destacada al repertorio de biografías musicales que exploran la vida y obra de los artistas más influyentes del siglo XX.

 

Si bien no es un retrato exacto y fiel en todos sus detalles, su esencia y su poder siguen siendo tan electrizantes como la primera vez que Dylan enchufó su guitarra y desató el cambio definitivo en la música popular.