Esa diferencia definió la identidad de The Edge y el legado de U2: una banda que siempre buscó empujar la música hacia adelante.

Texto por:   @AvanzadaMx  | Fecha: 06/09/2025

Cuando se habla de guitarristas icónicos en la historia del rock, The Edge siempre ocupa un lugar especial. Con U2, el músico redefinió lo que podía hacer la guitarra eléctrica, convirtiendo el delay y los efectos en una herramienta creativa capaz de construir paisajes sonoros únicos. Sin embargo, pese a su legado inconfundible, hubo un guitarrista al que The Edge admitió nunca poder igualar: Gary Moore.

 

 

MÁS ALLÁ DEL HÉROE DE LA GUITARRA CLÁSICA

A finales de los años setenta y principios de los ochenta, cuando U2 daba sus primeros pasos, el modelo del “guitar hero” seguía marcado por la escuela del blues. Desde Eric Clapton hasta Jimi Hendrix y David Gilmour, todo aspirante soñaba con hacer llorar su instrumento a base de escalas y solos cargados de virtuosismo.

 

The Edge, sin embargo, tomó un camino diferente. Aunque en su juventud escuchaba a gigantes del rock progresivo como Steve Howe (Yes) o Steve Hackett (Genesis), pronto entendió que su fortaleza no estaba en la velocidad o la técnica deslumbrante, sino en la capacidad de inventar texturas y atmósferas irrepetibles.

 

GARY MOORE: LA LÍNEA INFRANQUEABLE

En entrevistas, The Edge fue claro al respecto:

“Sería imposible compararme con un guitarrista rápido como Gary Moore o cualquiera de esos tipos; ni siquiera podría empezar a hacer algo parecido. Desde muy temprano decidí que para mí eso era irrelevante”.

 

Moore, con su estilo apasionado y su maestría en el blues, representaba para The Edge un nivel de virtuosismo que nunca intentó imitar. Mientras el guitarrista norirlandés dominaba la expresividad de un solo desgarrador, The Edge prefirió enfocarse en la composición y en encontrar un lenguaje sonoro propio.

 

LA REVOLUCIÓN DE UN ESTILO PERSONAL

El resultado de esa decisión fue una de las firmas más reconocibles en la historia del rock. Desde los primeros acordes de “I Will Follow” hasta la majestuosidad de “Where the Streets Have No Name”, su guitarra se convirtió en un portal hacia el futuro. Ese característico sonido en cascada, cargado de delay, no buscaba emular el pasado del blues, sino abrir nuevas posibilidades en la música contemporánea.

 

En canciones como “Love Is Blindness”, The Edge demostró que podía emocionar con un solo desgarrador, pero su verdadera fortaleza estuvo en transformar la guitarra en un instrumento casi orquestal: evocador, atmosférico y capaz de transmitir una gama inmensa de emociones.

 

DOS LENGUAJES DISTINTOS

Mientras Gary Moore hacía llorar a la guitarra con un blues incendiario, The Edge construía universos sonoros donde cada nota tenía el poder de transportar al oyente. Eran dos caminos paralelos: uno mirando hacia la tradición, otro hacia la innovación.

 

Esa diferencia marcó no solo la identidad de The Edge, sino también el legado de U2: una banda que nunca quiso repetir fórmulas establecidas, sino empujar la música hacia adelante. Y aunque The Edge nunca pudo tocar como Moore, tampoco lo necesitó. Su grandeza radicó en aceptar sus limitaciones y convertirlas en un estilo inimitable.