Hoy, más de dos décadas después, “ese álbum”, no envejece: madura. Y al hacerlo, se reafirma como una pieza clave en la historia del indie.

Texto por:   @AvanzadaMx  | Fecha: 13/07/2025

En 2001, The Strokes irrumpieron en la escena musical con Is This It, un álbum debut que no solo revivió la esencia del garage rock, sino que también marcó el inicio de una nueva era para la música indie. Con riffs de guitarra filosos, melodías contagiosas y una actitud desenfadadamente cool, la banda neoyorquina encendió una chispa que iluminaría el camino para toda una generación. Sin ellos, probablemente los Arctic Monkeys no existirían como los conocemos, y el revival indie de los 2000 no habría tenido el mismo filo. Pero si Is This It fue la chispa, Room on Fire fue el fuego que mantuvo viva la revolución.

 

 

Publicado en 2003, Room on Fire no pretendía reinventar la rueda. No lo necesitaba. En lugar de intentar desesperadamente superar su debut, The Strokes decidieron afilar lo que ya funcionaba, puliendo su estilo con seguridad y sin perder la esencia que los convirtió en iconos. En un momento donde muchos habrían tropezado con el temido “segundo álbum”, ellos eligieron la consistencia como arma, y acertaron de lleno.

 

Lejos de ser una secuela diluida, Room on Fire expande el universo sonoro de su antecesor con una confianza silenciosa. Tracks como “Reptilia”, “12:51” y “Under Control” suenan como el producto de una banda que ya no siente la presión de “lograrlo”, porque ya lo hizo. Como confesó Julian Casablancas en una entrevista con Rolling Stone en 2014, su objetivo era continuar la historia que comenzó con Is This It:

“Quería terminar el pensamiento de Is This It. Incluso mientras lo hacíamos, siempre pensé que era la parte dos.”

Pero más allá de la narrativa de continuidad, Room on Fire logró algo aún más difícil: reafirmar el lugar de The Strokes como líderes de un movimiento sin perder el alma. Su sonido seguía siendo crudo, directo, sin el barniz del pop que dominaba el mainstream de la época, pero con una producción más ajustada que le daba peso sin pulir demasiado las esquinas.

 

Lo interesante es que la influencia de Room on Fire no se limitó a los años siguientes. Incluso álbumes posteriores como Comedown Machine o el aclamado The New Abnormal resuenan con ese ADN: guitarras nerviosas, líneas vocales melódicas y una estética que nunca pretende ser perfecta, solo auténtica. Es como si Room on Fire hubiese servido de plantilla emocional para el resto de su discografía.

 

En retrospectiva, si Is This It fue la declaración, Room on Fire fue la consolidación. Es el punto donde The Strokes dejaron de ser una promesa para convertirse en un pilar del indie rock contemporáneo. Su influencia aún se siente, no solo en bandas que siguieron su estela, sino en la forma en que entendemos la honestidad y la crudeza dentro del rock alternativo.

 

Hoy, más de dos décadas después, Room on Fire no envejece: madura. Y al hacerlo, se reafirma como una pieza clave en la historia del indie, un recordatorio de que a veces, la revolución no necesita cambiar de forma para seguir ardiendo.