Después de años de secuelas y apuestas seguras, Elio representa un intento claro de la casa de Toy Story por volver a su espíritu más original.

Texto por:   @AvanzadaMx  | Fecha: 19/06/2025

En una era donde las franquicias, secuelas y remakes dominan las pantallas, Pixar vuelve a apostar por una historia original con Elio, una película que mezcla la fantasía espacial con una profunda mirada al aislamiento emocional. Aunque no alcanza el impacto de joyas como Wall-E o Coco, esta cinta dirigida por Adrian Molina, Domee Shi y Madeline Sharafian se posiciona como una propuesta valiente y distinta: un cuento cósmico sobre un niño que anhela ser abducido porque siente que en la Tierra nadie lo quiere.

 

El protagonista, Elio Solís (con la voz de Yonas Kibreab), es un niño huérfano que vive con su tía Olga (Zoe Saldaña), una militar con vocación de astronauta que ha dejado su sueño en pausa para cuidar al pequeño. Elio no logra conectar con ella ni con nadie a su alrededor. Su respuesta es radical: hablar con el universo a través de un viejo radio, esperando que alguien, en algún lugar del cosmos, le conteste.

Y alguien lo hace.

 

 

ENTRE LA CIENCIA FICCIÓN Y EL CORAZÓN ROTO

Cuando un grupo de alienígenas lo confunde con el líder de la Tierra, Elio es transportado a la Communiverso, una especie de Naciones Unidas intergaláctica habitada por criaturas tan entrañables como visualmente excéntricas. Allí conoce a Glordon, un alienígena de cuerpo gelatinoso y corazón noble, que pronto se convierte en su mejor amigo.

 

La película brilla cuando deja de tomarse tan en serio y se entrega al color, la música y la exploración espacial. Las secuencias en el espacio , reminiscentes del viaje lisérgico de 2001: Odisea del espacio, son una demostración del músculo creativo de Pixar. Las criaturas, el diseño de mundos y el humor sutil elevan el relato a momentos de genuino asombro.

 

Pero Elio no es solo espectáculo: bajo sus luces de neón y alienígenas adorables se esconde un drama complejo sobre la pérdida, el abandono y la necesidad urgente de ser visto. En un guiño a Carl Sagan, cuya voz aparece en los momentos clave, la cinta conecta la pregunta científica “¿Estamos solos en el universo?” con una búsqueda emocional mucho más profunda: ¿Estoy solo en mi vida?

 

UNA JOYA IMPERFECTA, PERO NECESARIA

Elio no es una película perfecta. Su guion a veces se siente disperso, las motivaciones de los personajes pueden parecer confusas, y el tono oscila entre lo infantil y lo existencial de forma algo abrupta. En parte, esto puede explicarse por sus múltiples cambios de dirección creativa durante la producción. Aun así, es justamente esa imperfección la que le da carácter.

 

Lejos de ser otra fórmula más, Elio se atreve a ser rara, triste y luminosa a la vez. Nos recuerda que Pixar, cuando se lo propone, puede hacer algo más que entretener: puede tocar fibras sensibles. Y lo hace sin moralismos ni soluciones fáciles, presentando a un protagonista que no busca salvar al mundo, sino simplemente ser aceptado en él.

 

¿EL GRAN REGRESO DE PIXAR?

Después de años de secuelas y apuestas seguras, Elio representa un intento claro de la casa de Toy Story por volver a su espíritu más original. Sin embargo, su camino en taquilla no será fácil. En un mercado saturado y cada vez más exigente, su narrativa íntima y su mezcla de tonos podrían jugarle en contra.

 

Aun así, Elio merece ser vista. Porque en su historia de un niño que quiere huir del mundo, pero que termina descubriendo que pertenecer también es una forma de valentía, hay un mensaje universal que resuena más allá del espacio.