Pese a sus fallos, Tom Cruise sigue siendo una fuerza imparable. Si esta misión fue demasiado difícil, no dudamos que él volverá a intentarlo… una vez más.

Texto por:   @AvanzadaMx  | Fecha: 22/05/2025

Después de casi tres décadas redefiniendo el cine de acción, Misión: Imposible – La Sentencia Final llega como el capítulo (¿definitivo?) de una franquicia que convirtió cada nueva entrega en una experiencia cinematográfica de alto voltaje. Con Tom Cruise al frente –siempre corriendo, colgando, desafiando la lógica y la edad–, este octavo filme promete el cierre épico de una saga legendaria. Pero, ¿lo consigue?.

 

 

La respuesta no es tan simple. Misión: Imposible – La Sentencia Final se enfrenta a una paradoja digna del mismísimo Ethan Hunt: busca ser la culminación emocional y espectacular de una franquicia querida, pero termina atrapada entre su ambición desmedida, una narrativa recargada y una sensación de déjà vu que impide que la chispa brille como antes.

 

EL ENEMIGO DEFINITIVO: LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y EL PESO DEL PASADO

En esta ocasión, Hunt y su equipo deben enfrentarse a “la Entidad”, una inteligencia artificial que amenaza con destruir la noción misma de verdad, utilizando deepfakes, manipulación global y caos digital como armas. La solución: encontrar una llave cruciforme que destrabe un dispositivo oculto en un submarino ruso hundido, conocido como el Sevastopol. Sí, suena ridículo. Pero también suena a Misión: Imposible.

 

El filme intenta entregar un cierre al estilo Avengers: Endgame, con referencias, regresos inesperados y una sucesión de guiños a los fans de toda la vida. Sin embargo, Misión: Imposible – La Sentencia Final tropieza en su ejecución: abusa de los flashbacks, explica demasiado y cae en largos pasajes de exposición que ralentizan el ritmo. En vez de recompensar al espectador leal, parece dudar de su memoria, convirtiendo la narrativa en un resumen forzado.

 

UNA PRODUCCIÓN QUE SE SIENTE… PEQUEÑA

Si algo definía a las últimas entregas era su escala: persecuciones en medio de tormentas de arena, saltos desde aviones en pleno vuelo, acrobacias imposibles. Pero aquí, sorprendentemente, Misión: Imposible – La Sentencia Final se siente confinada. Oficinas oscuras, túneles estrechos y submarinos claustrofóbicos sustituyen a los paisajes grandiosos a los que nos tenía acostumbrados. El resultado es una atmósfera menos épica, más contenida, que diluye el impacto visual.

 

Eso sí, cuando el filme finalmente se permite brillar –como en la escena aérea con el biplano o en el clímax submarino digno de una película de terror–, lo hace con maestría. Son secuencias que recuerdan por qué esta saga alcanzó el estatus de fenómeno: acción real, sin efectos digitales abusivos, con Cruise haciendo sus propias acrobacias como si el tiempo no pasara por él.

 

CRUISE COMO ICONO POP Y LA HERENCIA DE HAROLD LLOYD

La película no escapa a lo metatextual. Tom Cruise ya no es solo una estrella de cine, es un símbolo de resistencia analógica en un mundo digitalizado. Su obsesión por el cine en pantalla grande, su cruzada contra el streaming, y su inquebrantable entrega física, lo acercan más al Harold Lloyd de Safety Last! colgando del reloj, que a un actor convencional. Su Ethan Hunt no solo salva al mundo, también lucha por preservar la experiencia del blockbuster clásico.

 

LUCES Y SOMBRAS DEL ELENCO

El reparto ofrece momentos destacados, aunque limitados por un guion desigual. Ving Rhames entrega uno de los momentos más emotivos como Luther, mientras que Tramell Tillman (de Severance) se roba cada escena como el capitán Bledsoe. Henry Czerny como Kittridge mantiene su presencia imponente, y Hayley Atwell aporta dinamismo como Grace, aunque su arco merecía más desarrollo.

 

Sin embargo, el villano digital, “la Entidad”, resulta menos intimidante de lo prometido, y hasta suena como un nerd de Silicon Valley con delirio de grandeza. Afortunadamente, Esai Morales como Gabriel sí logra inyectar tensión con una interpretación más desquiciada y física.

 

¿DESPEDIDA O TRANSICIÓN?

Misión: Imposible – La Sentencia Final no es un desastre, pero tampoco es el final glorioso que muchos esperaban. Tiene momentos brillantes, pero también demasiadas pausas. Emociona, pero a ratos cansa. Es una montaña rusa que, aunque con curvas menos vertiginosas que las anteriores, sigue siendo disfrutable.

 

Quizá el verdadero cierre de la franquicia todavía esté por venir. Quizá esta fue solo una nota a pie de página antes de un regreso triunfal. Lo que está claro es que, pese a sus fallos, Tom Cruise sigue siendo una fuerza imparable. Si esta misión fue demasiado difícil, no dudamos que él volverá a intentarlo… una vez más.