“Un Mejor Papá” se atreve a hablar de cariño, de segundas oportunidades y de esa necesidad tan básica, y tan universal, de sentirse visto.

Texto por:   @AvanzadaMx  | Fecha: 19/05/2025

En un mundo donde las redes sociales parecen distorsionar los vínculos humanos, Un Mejor Papá (Bob Treviño Likes It) propone todo lo contrario: una historia sencilla, empática y profundamente humana sobre cómo el afecto puede surgir en los lugares más improbables. Esta ópera prima de Tracie Laymon, inspirada en hechos reales, ha logrado posicionarse como una de las joyas indie más conmovedoras del año, y lo hace sin aspavientos ni grandes artificios. Con un tono delicado pero sincero, la película explora la posibilidad de reconstruirse emocionalmente a partir del encuentro con otro, aunque ese otro sea un completo desconocido con el mismo nombre que tu padre ausente.

 

 

Barbie Ferreira (recordada por su papel como Kat en Euphoria) interpreta a Lily, una joven marcada por una infancia turbulenta: su madre la abandonó y su padre, un narcisista emocionalmente negligente interpretado por French Stewart, la crió con una mezcla de culpa y desprecio. A sus veintitantos, Lily sobrevive como puede en un pequeño pueblo de Kentucky, entre trabajos precarios y relaciones vacías, cargando una mochila emocional que apenas sabe cómo procesar. En una de sus tantas jornadas de soledad y búsqueda interior, comete un acto aparentemente ingenuo pero cargado de simbolismo: busca en Facebook el nombre de su padre y envía un mensaje a un desconocido llamado Bob Treviño.

 

Ese desconocido es interpretado magistralmente por John Leguizamo, en uno de sus roles más entrañables. Este segundo Bob es un trabajador de la construcción con una vida marcada por la rutina, la pérdida de un hijo y un matrimonio atravesado por el duelo. A pesar de sus propias heridas, Bob se convierte poco a poco en una figura afectiva para Lily. Lo que comienza como un simple intercambio de mensajes evoluciona en una relación que redefine el concepto de familia. No hay pretensiones, no hay giros narrativos rebuscados: solo dos almas rotas que se encuentran y se acompañan sin condiciones.

 

Ferreira brilla en un papel que le exige moverse entre el sarcasmo, la fragilidad y una ternura soterrada que estalla en los momentos más inesperados. Su interpretación, cargada de matices, evoca aquellas actuaciones crudas y memorables del cine independiente de los 80. Su Lily es una mezcla entre ironía y necesidad afectiva, una mujer que ha aprendido a camuflar su dolor tras sonrisas incómodas. Leguizamo, por su parte, ofrece una actuación serena, contenida, pero profundamente conmovedora: su Bob es un hombre común enfrentado al abismo de la pérdida, que encuentra en Lily una oportunidad para dar sentido a su presente.

 

Lo más poderoso de Un Mejor Papá (Bob Treviño Likes It) no está en su trama, que por momentos puede parecer predecible o incluso idealizada, sino en su honestidad emocional. Laymon no se adentra en grandes dilemas filosóficos ni fuerza la lágrima fácil; su guion trabaja con silencios, miradas y pequeños gestos, construyendo una atmósfera que invita a la empatía sin caer en el sentimentalismo excesivo.

 

Aunque la película roza ciertos tópicos del “drama de sanación” (familia disfuncional, trauma infantil, redención emocional), lo hace desde un lugar genuino, sin moralinas ni artificios. En tiempos donde el cinismo abunda, Un Mejor Papá (Bob Treviño Likes It) se atreve a hablar de cariño, de segundas oportunidades y de esa necesidad tan básica, y tan universal, de sentirse visto.

 

Con una estética íntima y actuaciones memorables, Un Mejor Papá (Bob Treviño Likes It) se convierte en un pequeño gran testimonio de cómo, incluso en la era digital, los vínculos verdaderos aún pueden surgir. Y aunque no soluciona los traumas del pasado, nos recuerda que a veces basta una conexión inesperada para empezar a sanar.