Algunas letras de los Stones no son íntimas y Jagger hoy enfrenta el peso de haber narrado sus excesos. A sus 81 años, algunas canciones ya no le hacen sentido.

Texto por: @AvanzadaMx | Fecha: 06/05/2025
Tener una carrera larga y duradera es, sin duda, la meta suprema para cualquier músico. Nadie quiere ser un destello pasajero ni una moda efímera. En el mundo del arte sonoro, todos buscan una misma palabra dorada: atemporal. Ser parte del cancionero eterno de la humanidad es una ambición legítima, pero no está exenta de consecuencias. ¿Qué ocurre cuando una canción que conquistó generaciones se vuelve una carga emocional o simplemente incómoda de interpretar? Que lo diga Mick Jagger.
Los Rolling Stones son, posiblemente, el ejemplo más contundente de una banda convertida en máquina de fabricar himnos imperecederos. Con décadas de carrera, cada etapa del grupo fue acompañada de un nuevo tema que, de alguna forma, se coló en la memoria colectiva global. Pero incluso con un repertorio aparentemente infalible, el paso del tiempo no perdona. Tal vez no para los fans que siguen deseando escuchar esos clásicos noche tras noche, pero sí para quien debe subir al escenario y revivir, una y otra vez, emociones y narrativas que ya no le pertenecen.
En el caso de los Stones, muchas letras no son necesariamente íntimas o confesionales. Mick Jagger, en su juventud, supo escudarse tras el telón del sex, drugs and rock & roll. Pero eso no significa que esté exento del desencanto. Al interpretar ciertas canciones hoy, a sus 81 años, Jagger se enfrenta no solo a los excesos de otra época, sino también a las palabras con las que eligió narrarlos. Algunas canciones aún fluyen con naturalidad como si el tiempo no hubiera pasado, pero hay otras que, simplemente, ya no tienen sentido para él. Una de ellas: “Tumbling Dice”.
Curiosamente, el sencillo de 1972 no fue un éxito arrollador en su lanzamiento. Alcanzó el puesto número cinco en Reino Unido y el siete en Estados Unidos. Buenos números, sí, pero lejos de lo mejor del grupo. Sin embargo, el tema fue adoptado con fervor por los fans, tanto así que ha sido tocado más de 1,100 veces en vivo por la banda. Y eso, a Jagger, lo desconcierta.
“No entiendo qué le ven a esa canción. No creo que sea de lo mejor que hemos hecho”, confesó el vocalista en una entrevista para Rolling Stone en 1995. “No creo que tenga buenas letras. Pero a la gente le gusta mucho, así que bien por ellos”. Un gesto de resignación artística, dejando que los fans abracen sus propias fantasías mientras él carga con las suyas.
La letra de Tumbling Dice habla de adicción al juego, infidelidad y drogas. “Oh my, my, my, I’m the lone crap shooter / Playin’ the field ev’ry night”, canta Jagger con una cadencia country arrastrada. Y si bien en su juventud este tipo de declaraciones podrían haber sido reflejo de una vida desenfrenada, hoy parecen más una parodia de una etapa lejana. “No solo por las drogas. Simplemente me hace sentir vergüenza”, admite.
Este tipo de incomodidad no es exclusiva de Jagger. Para músicos cuya obra toca fibras personales, cada interpretación puede convertirse en una repetición obligada del mismo capítulo emocional. Como si cada show implicara volver a abrir páginas de un diario antiguo, cuando ya se es otra persona. En el caso de Jagger, no es un corazón roto lo que le incomoda, sino la distancia abismal entre el hombre de ahora y el joven que cantaba sobre apuestas, lujuria y excesos con total desenfado.
La atemporalidad, entonces, tiene un precio. Ser eterno puede implicar estar condenado a convivir con tu propio pasado, incluso cuando ya no te representa. Pero quizá eso también es parte del pacto con el rock and roll: dejar que el público te inmortalice, aunque tú ya no te reconozcas en el reflejo de esas letras.