La cantante y ex actriz, crítica de adúlteros y socialités, falleció el 17 de febrero, dejando un legado único en la cultura popular.

Texto por: @AvanzadaMx | Fecha: 09/03/2025
Han pasado ya algunas semanas desde que se nos adelantó Francisca Viveros Barradas, mejor conocida como Paquita la del Barrio. La cantante y alguna vez actriz, que tenía duras palabras qué dedicarle tanto a los hombres adúlteros como a las muchachitas ricas de alta alcurnia, murió el pasado 17 de febrero, dejando un legado sin igual en nuestra cultura popular.
Es bien sabido que Paquita es un emblema del feminismo, con sus letras cargadas de odio, rencor y mucho más hacia sus antiguas parejas, y con justa razón. Cuando era muy joven, la cantante se casó con un hombre que era muchos años mayor que ella, enamorándola tras prometerle de todo. Ya saben, el típico apantallamorritas. Sin embargo, Paquita después descubrió que él tenía otra familia, pues ya era casado y hasta tenía varios hijos.
Esta experiencia, además de llevarla al divorcio, le generó un desprecio de magnitudes inimaginables. Si bien ella no escribió sus más grandes éxitos, su interpretación no deja alguna duda, cantaba con todo el sentimiento que te puede surgir después de pasar por una situación así.
Pero además de lo que representa para el feminismo en un país históricamente machista, de un tiempo para acá no puedo evitar verla también como uno de los más grandes íconos kitsch que ha dado nuestro país.
Es imposible negar que Paquita era una artista fácilmente imitable. Basta con ir a casi cualquier espectáculo travesti (o, como le dice la chaviza, evento de drags) para darse cuenta de esto, pues siempre hay por lo menos una persona caracterizada como ella.
Pero ¿a qué se debe? En primer lugar, su voz era buena y única, aunque no extraordinaria, y en general se vestía más o menos igual en todas sus presentaciones. Su gesto, aunque estuviera sonriendo, la hacía parecer como si siempre estuviera enojada, y, lo más increíble de todo, llevaba viéndose prácticamente igual desde mediados de los noventas. Así como la recuerdas se vio los últimos como treinta años.
Además, sus álbumes tienen nombres como Taco Placero, Resultó Vegetariano o Me Saludas a la Tuya, y sus portadas, como, por ejemplo, las de Qué Chulos Campos, Verdad que Duele y Azul Celeste, son inigualables obras maestras.
Teniendo en cuenta todo esto, Paquita es un ícono por ser, pues, una señora, la típica tía que canta puras canciones de despecho en las reuniones familiares, pero con una trayectoria profesional reconocida nacional e internacionalmente. Esta especie de “familiaridad” es lo que permitió que fuera fácil identificarse con ella y que llegara tan lejos como lo hizo.
Claramente no estoy ni cerca de ser el mercado meta de sus canciones, y les puedo asegurar que nunca pondría alguna de sus canciones de forma no irónica. Sin embargo, no puedo evitar sentir su pérdida más de lo que esperaba. Se nos ha ido uno de los máximos exponentes de la cultura popular mexicana, y no se me ocurre qué o quién podría ocupar el espacio que dejó.