Una de las mayores características de “El Tiempo Que Tenemos” es su estructura no lineal, que explora momentos de los protagonistas sin orden cronológico.

Texto por:   @AvanzadaMx  | Fecha: 31/10/2024

En un mar de historias de amor, “El Tiempo Que Tenemos” emerge como un drama romántico que toca la fibra sensible de quienes creen en el poder del tiempo compartido. Protagonizada por Florence Pugh y Andrew Garfield, esta película lleva a la audiencia en un viaje agridulce que explora las distintas maneras en las que utilizamos —y a veces desperdiciamos— el tiempo, un recurso que jamás vuelve. Bajo la dirección de John Crowley y el guion de Nick Payne, este relato logra capturar la esencia de las relaciones y el inevitable paso del tiempo, combinando drama y ternura en una narrativa entrelazada que se despliega a través de saltos temporales. Lanzada bajo el sello de *Garantía Cinépolis*, el filme asegura una experiencia de calidad, emotiva y profundamente reflexiva.

 

 

La historia sigue a Almut (Pugh), una talentosa chef y ex patinadora sobre hielo, y a Tobias (Garfield), un hombre de carácter gentil y pausado. La vida los une de manera inesperada y construyen un hogar juntos, trayendo al mundo a una hija mientras enfrentan los altibajos de la vida en pareja. Sin embargo, una enfermedad grave los confronta con la fragilidad del tiempo, recordándoles lo fugaz de los momentos que, en la rutina, suelen pasar desapercibidos.

 

Una de las características más destacadas de “El Tiempo Que Tenemos” es su estructura narrativa no lineal, que transporta a la audiencia a través de varios momentos de la vida de Almut y Tobias sin un orden cronológico. Este recurso subraya la intención de la película de reflexionar sobre cómo nuestras experiencias y decisiones en distintos puntos de la vida pueden influenciar la forma en que percibimos y valoramos el presente. La fluidez en el tiempo, lejos de ser confusa, permite una conexión íntima con los personajes y sus transformaciones, logrando que el público experimente la historia como un todo, en lugar de seguir una secuencia estricta de principio a fin.

 

La interpretación de Pugh y Garfield es una de las grandes fortalezas del filme. Pugh se luce en su papel de Almut, aportando vitalidad y profundidad emocional a un personaje que lucha por mantener su identidad y sueños mientras enfrenta desafíos personales difíciles. Garfield, en un rol más modesto pero igualmente conmovedor, complementa a Almut con una interpretación que refleja ternura y vulnerabilidad, creando una dinámica en pantalla que conecta con el espectador en cada escena. La química entre ambos actores hace que sus personajes no solo resulten creíbles, sino entrañables.

 

El estilo visual de Crowley, en conjunto con el trabajo del director de fotografía Stuart Bentley, logra una intimidad que va más allá de las palabras. A través de tomas cercanas y cámaras en mano, el público puede captar cada matiz emocional en los rostros de los protagonistas, sumergiéndose en los momentos más personales y vulnerables de sus vidas. Esta cercanía visual permite que el espectador se sienta como un testigo cercano de los momentos felices, los sueños, y los temores de los personajes.

 

Lejos de ser un romance empapado en tragedia o melodrama, “El Tiempo Que Tenemos” apuesta por una narrativa honesta y consciente, que invita a vivir y a sentir plenamente cada momento. Aunque no es una película diseñada para provocar lágrimas a toda costa, muchos se encontrarán emocionalmente tocados por su historia, pues nos recuerda la importancia de valorar el presente y de apreciar a quienes amamos.

 

Con el respaldo de *Garantía Cinépolis*, esta cinta promete ser una experiencia inolvidable para los amantes del cine romántico y aquellos que buscan historias que celebren la complejidad de las relaciones y la importancia del tiempo. “El Tiempo Que Tenemos” no solo nos invita a reflexionar, sino que nos muestra que, a pesar de las adversidades, siempre es posible encontrar belleza en el amor y significado en cada segundo compartido.