El Vive Latino, es literalmente la madre y padre a la vez de todos los festivales del país, al ser probablemente el primero en su tipo y tamaño desde Avándaro en 1971.
Texto por: @Sean | Fecha: 14/03/2023
Dado que en mis años de juventud (y en la actualidad también) vivía muy lejos de la Ciudad de México como para asistir en persona, la transmisión por internet del Vive Latino era “EL” evento a seguir. Mis amigos y yo evitábamos planear algo a la misma hora a la que se estuvieran presentando algunos de nuestros artistas favoritos, o, en el peor de los casos, veía la transmisión yo solo, aunque acompañado por la energía del público que se encontraba en el Foro Sol, que muchas veces traspasaba la pantalla.
Este año se cumplen veinticinco primaveras de la primera edición del Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino, el festival más importante de México. Literalmente es la madre y padre a la vez de todos los festivales del país, al ser probablemente el primero en su tipo y tamaño desde el festival de Avándaro en 1971.
Sin embargo, mientras que en sus primeros diez años, aparte de ser el festival más importante, sin duda también era el más grande y el mejor, algo pasó durante la década pasada que lo hizo perder el brillo que le caracterizaba. Tengo la teoría de que esto se debe a una situación en específico: El Vive Latino es el reflejo del estado de la escena musical mexicana.
Hasta cierto punto, todos los adjetivos que se usan para describir las últimas ediciones del Vive pueden usarse para el rock mexicano en general: repetitivo, irrelevante, atrapado en el pasado. Revisando el cartel de este año, entre los “headliners” rockeros podemos ver tres regresos de grupos relevantes de la primera década del siglo (Austin TV, Los Bunkers y Plastilina Mosh) y cuatro que han estado ahí toda la vida (Café Tacuba, León Larregui, Caligaris y Kinky).
También se puede ver al exponente más actual del rock mexicano, Enjambre, que, aunque sus integrantes son de Fresnillo, se formó en California en 2001 y sus primeros éxitos los tuvieron hace ya más de diez años.
Actualmente no hay propuestas innovadoras o, más bien, no hay propuestas que conecten con el público de forma masiva, por lo que los organizadores del Vive Latino recurren a los mismos de siempre, así como a propuestas extranjeras.
Puede ser que la oferta cada vez mayor de festivales en todo el país, algunos tan o más grandes que el Vive Latino, le resta relevancia al que debería ser el fin de semana más importante de la temporada en México. Puede ser que ya estoy viejo y no conozco a los nuevos artistas latinos, aunque probablemente la chaviza sí. Yo sé que existen cosas muy interesantes en el underground mexicano, pero, en mi opinión, mientras no tengan un gran reconocimiento colectivo, el Vive continuará volviéndose cada vez más irrelevante